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19 domingo ordinario A: Nuestro auxilio es el nombre del Señor

Photo du rédacteur: Sebastien BanganduSebastien Bangandu

Dernière mise à jour : 14 août 2020

El relato del evangelio de hoy nos describe una situación parecida a la que estamos viviendo hoy en el mundo. La barca en la que se encuentran los discípulos representa nuestras familias, nuestras impresas, nuestros negocios, nuestras escuelas, nuestro orgullo, nuestras certezas, … que están atormentados por las olas no solo de esta pandemia del covid 19, sino también por la crisis económica, la violencia, las guerras, que caracterizan nuestra sociedad actual.


Además, todo esto se vive en medio de una noche oscura y muy lejos de tierra. Lo peor es ese «viento contrario» que les impide avanzar. Hay algo, sin embargo, más grave: los discípulos están solos, privados de la presencia de Jesús en la barca. Esto acrecienta su sentimiento de inseguridad.


Cuando se les acerca caminando sobre las aguas, los discípulos no lo reconocen. Porque están horrorizados y comienzan a gritar llenos de miedo. Este miedo es el resultado de su incapacidad para descubrir la presencia de Jesús en medio de aquella noche horrible. Se les parece como un fantasma. A veces el miedo cambia nuestra visión de Dios. Pasamos fácilmente de un Dios bueno, amable, misericordioso, a un Dios malvado y sin piedad, ausente en nuestros momentos de dolor y de desgracia.


Hermanos, todos podemos atravesar situaciones muy críticas y oscuras en nuestra vida, pero el verdadero drama comienza cuando nuestro corazón es incapaz de reconocer a Jesús en medio de la crisis, y de escuchar su voz amable que nos dice: «¡Ánimo, soy yo, ¡no tengáis miedo!».


Como Pedro, estamos llamados a decirle: «Si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». La crisis es el momento favorito para hacer la experiencia de la fuerza salvadora de Jesús. Es hora de reavivar nuestra fe no sobre certezas humanas, apoyos sociales o devociones piadosas, sino sobre la adhesión vital a Jesús, el Hijo de Dios, que vino para que tengamos vida en abundancia (Jn 10, 10).


El evangelista Mateo resume la respuesta de Jesús en una sola palabra: «Ven». Hermano, Jesús te llama a «caminar hacia Él». Sabemos que nos es siempre fácil. Se nos pide tener fe y confianza en Dios.


La fe se expresa muchas veces a través de un grito, una invocación, una llamada a Dios, una oración: «Señor sálvame». Sin saber ni cómo ni por qué, es posible entonces percibir a Cristo como una mano tendida que viene a nuestro auxilio. Pidamos al mismo Cristo el don de la fe y de la confianza, especialmente en momentos de dolor y de angustia.


Sébastien Bangandu, a.a.

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